Tengo la
cabeza bullendo de palabras. Miles de palabras se agitan y pugnan por tomar
forma de alguna manera. Algunas palabras son para decirse: son suaves
y redondeadas y producen tranquilidad. Otras palabras sirven como arma: son
punzantes e hirientes, lastiman y producen heridas que suelen no curarse,
porque para eso necesitan del olvido, y el olvido a veces no quiere venir a
salvar a nadie, o está de vacaciones, o
simplemente no se le da la gana de venir, o vaya a saber.
Hay algunas
palabras que se forman hermosamente desde la nada: van eligiendo las letras
cuidadosamente y son todo un a creación bella y terminada como no podría ser de
otra manera. Esas palabras se forman de a poco, van iluminándose y crecen, son
bellas y se pronuncian con pasión,
marcando fuertemente las consonantes, o también susurrándose suavemente
con ternura infinita. Laberinto, círculo, universo, arboleda, música, violeta,
azul, infinito, son algunas de estas palabras, que se deben saborear con
fruición cuando se dicen: nada de decirlas a la ligera. Por supuesto que hay
miles de estas palabras, que, si se busca de donde salieron se descubren
palabras emparentadas, que generalmente gozan de las mismas condiciones privilegiadas, y al encadenarse en una raíz,
o una terminación, agudizan sus
características misteriosas.
Hay otras
palabras que son maravillosas para escribirlas: el lápiz baila graciosamente
sobre el papel dibujando los contornos continuos de esas palabras que nacieron
para ser escritas. Porque hay otras que cuesta muchísimo escribir a mano: hay
que cortarlas y seguirlas, y entonces ya no son tan hermosas. Claro que también son bellas escritas a
máquina o en computadora, pero no hay mejor manera de comprobar su
flexibilidad como escribirlas con un
lápiz o lapicera.
Y también
hay palabras desaparecidas. Palabras que usamos, y de repente: ¡Zas! No las
usamos más, y las olvidamos. Aunque a veces, obstinadas, aparecen de improviso
y nos preguntamos cuando fue el momento exacto
en que dejamos de usarlas.
Todo esto
sin hablar de las palabras olvidadas, o que quieren ser olvidadas. A veces las
tenemos en la punta de la lengua, parece que la vamos a decir, y sin razón
aparece un destello y desaparecen. Y quizá pasan horas o días antes de
volverlas a encontrar en el revoltijo de palabras que tenemos en nuestra
cabeza. Y otras que quieren ser olvidadas porque desencadenan un remolino de
emociones, pero son imposible de olvidar voluntariamente: cuando más queremos
olvidarlas, más se empecinan con aparecer en la pantalla de nuestra memoria
como un luminoso cartel fluorescente. A veces nos martilla la vigilia, de
manera que no nos deja descansar, ni dormir ni relajarnos: tienen mucho poder
algunas palabras.
Hay palabras
que tienen otro tipo de poder: son las palabras que abren puertas, las palabras
que consuelan, que producen encuentros, que encadenan, que protegen, que contienen: son palabras
mágicas. A veces pasamos mucho tiempo esperando estas palabras, pero como no
hacemos nada, n o aparecen, y nos volvemos tristes esperando. Y a veces
también, las esperamos de alguien en especial, que no tiene la menor idea de
nuestras esperanzas, y nos podemos volver muy viejos esperando, y las palabras
deseadas no aparecen, y no aparecen. Y por ello, nuestra espera se hace
involuntariamente, infinita.
Y otras
veces, hay movimiento s tectónicos de palabras: De
repente se produce una explosión de muchas palabras a la vez que necesitan
escapar, como si erupcionaran: en esos
casos es imprescindible generar una vía de escape para todas las palabras que
quieren salir juntas, y entonces hay que ponerse rápido a escribir, sin pensar
demasiado, porque las palabras necesitan salir urgente, y no es necesario
pensar mucho, solo brindar la vía de escape que las suelte de su prisión para
que se desparramen sobre el mundo en
vehículos de papel, cualquier otro soporte o en otros casos, en el mundo virtual. Lo importante es que salgan, se expresen de
alguna forma. Cualquiera. Antes de que ocurra una terrible catástrofe.
Todo lo que
está, todo lo que sentimos, todo lo que nombramos, todo , todo existe en el
mundo paralelo o único de las palabras. Letras o signos arbitrarios que
estructuran nuestro mundo, que nombran, que definen, que llaman, que cantan,
que lloran, que alegran, que unen y separan, que determinan situaciones que
siempre pueden ser de otra manera, que van determinando una red de
relaciones….. de palabras.
Todo nuestro
mundo es un mundo de palabras. Y sería tan bueno para el mundo que las palabras
tomaran todo el poder, y se metieran en todos los resquicios, y poco a poco fueran
reemplazando las armas, las agresiones, las violentas intenciones…. Y el odio pudiera,
también, mutarse, y expresarse sólo con palabras.
Cristina
Vispo
9 de
diciembre de 2011.
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