Extraño las mañanas de sol
en que las actividades del día
incluían gente querida.
Extraño las mañanas de lluvia
en que me esperaba un buen trabajo
con gente alegre y entusiasta.
Extraño las tardes hermosas
en que la próxima noche era una promesa.
En la memoria deshilachada
se mezclan
los momentos suavemente agradables
con días pasados,
que, vistos desde hoy
parece que pasaron demasiado rápido.
Una fina
melancolía, me muestra los fantasmas
transparentes en los mismos lugares.
A pesar que he tratado de saborearlos
delicadamente, los instantes se evaporan
y quedan atrapados en un pasado veloz
que continúa engulliendo los presentes
con extremada velocidad.
Cuando esta melancolía aparece
llenando el escenario de la vida,
los amaneceres se despiertan antes
y las frazadas no son suficientes para
cobijar otra vez los sueños.
Entonces, despertar se hace tan difícil
como nacer, como vivir.
May/2013
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