martes, 15 de diciembre de 2009

Estados polares

Hay que distanciarse del mundo lo suficiente
Para que no te haga mal.
Hay que ponerse a mirarlo desde lejos,
Para extrañarlo.
Hay que proyectar a la gente bien distante,
Para verla agradable y ansiar su cercanía.
Visto desde la vereda de enfrente,
Se hace difícil participar de las tareas grupales
De los círculos mundanos,
De los foros,
De las competencias,
De las lides políticas…
Las ideas viajan adelante asegurando sus adeptos.
Y los hombres creen sentirse libres,
Cuando expresan sus pobres opiniones difusas.
Las multitudes son el eco de ideas lanzadas por palabras santas.
Repiten sus movimientos desde el inicio de los tiempos.
A veces, optimista, esperas en sus gestos,
El avance gradual, el caldero, la paz después de la tormenta.
Otras veces decepcionado, te acaloras y bramas en silencio:
La angustia sorda de tu pobre pensamiento.
Compasivo, vuelves a empezar,
Compasivo, comprendes, conoces y justificas.
Tal vez escribas un libro que alguien leerá.
Tal vez llores en silencio.
Tal vez, este mundo, tan frenético y maravilloso,
Te produzca espanto estético.
Alegría hasta el dolor,
Impotencia de sentir
que no puedes hacer casi nada.
Cuando todo, sin saberlo se precipita hacia el vacío.
Y sin embargo, los colores parecen existir,
Las formas repetitivas y simétricas del otoño aparecen sobre ti,
Las flores se desenvuelven en halos perfumados y sutiles,
Los árboles aparecen cuando estás triste, y te levantan
el ánimo con sus miles de ramas fractales y asimétricas,
La música te traspasa llevándote, liviana
por otras dimensiones.
Las nubes viajan, formando extrañas constelaciones nacaradas,
El agua corre haciendo un ruidito meditativo
de cristal que acaricia la energía de los chakras,
el aire fresco te besa la cara, cuando caminas
a la mañana.
Y el sol enrojece la copa de los plátanos
al atardecer de un día que se acaba,
Y los artistas, a veces, congelan los bellos instantes.
Y la vida, de nuevo, vuelve a ser magnífica.